sábado, 10 de diciembre de 2005

Me gustan los pingüinos

Megustanlospininos
En el zoologico estaban vendiendolos a 5 pesos cada uno. Pensé que esto era raro dado que normalmente en los zoologicos cuestan miles de pesos y nos lo venden. Decidí no verle el colmillo a caballo regalado. Y compre 200 de ellos.Me gustan los pingüinos.
Lleve mis 200 pingüinos a mi casa. Tengo un carro grande. Deje que uno manejara. Su nombre era Raimundo. Era un retrasado mental. De hecho, ninguno de ellos era muy brillante. Se la pasaban golpeándose en los genitales todo el tiempo Jajaja me reí un poco. Luego me golpearon en mis genitales, ya no reí mas.

Los guié en manada hasta mi cuarto. No se adaptaron muy bien a su nuevo ambiente. No paraban de graznar, se aventaban del sofá a altas velocidades estampándose contra la pared. Aunque fue gracioso al principio, el espectáculo perdió su gracia después de media hora.

Dos horas después encontré porque todos los pingüinos eran vendidos tan barato: todos murieron. Sin razón aparente. Ellos simplemente... como que se pusieron frios, pensé que eso era gracioso. Tipo cuando compras un pecesito dorado y muere 5 horas después. Malditos pingüinos baratos.

No sabía que hacer. Había 200 pingüinos yaciendo totalmente muertos por todo mi cuarto, en la cama, en el ropero, y colgando de mi librero. Los vi y tenía 200 trajes sastre que tirar.

Intente echar a uno por el retrete. No funciono. Se atoro. Así que tenía un pingüino muerto y mojado, y 199 pingüinos muertos y secos.

Intente pretender que solo eran animales de peluche. Eso funcionó por un tiempo, eso hasta que se empezaron a descomponerse. Empezó a oler realmente mal.

Quería orinar pero había un pingüino muerto en el retrete y no quise llamar al plomero. Me sentí avergonzado.

Intente desacelerar la descomposición congelándolos. Desafortunadamente solo había espacio suficiente para dos pingüinos a la vez así que tuve que cambiarlos cada 30 segundos. También tuve que comer toda lo que había en el refrigerador, que no estuvo tan mal.

Intenté quemarlos. Poco sabía que mi cama era inflamable. Tuve que extinguir el fuego.

Entonces ahí tenía un pingüino muerto, mojado en mi retrete, dos muertos, congelados en mi refrigerado, y 197 muertos,  pingüinos achicharrados en una pila sobre mi cama. El olor no estaba mejorando.

Empezé a ponerme nervioso por mi inhabilidad de desechar los pingüinos y de usar del baño. Golpeé brutalmente a uno. Me sentí mejor.

Intenté tirarlos afuera pero el hombre de la basura no permitía desechar aves polares achicharradas. Le dije que tenía uno mojado. No podía llevarse ese tampoco. No me molesté en preguntarle por los congelados.

Finalmente llegue a una solución. Los daré como regalos de navidad. Mis amigos no sabrán que decir. Pretenderán que les gustaron pero puedo asegurar que estarán mintiendo. Ingratos. Así que los golpearé en los genitales.

Me gustan los pingüinos.

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