Deambulé bajo la luz de la luna iluminando la lluvia rodeado de ruidos raros producidos por animales peligrosos. Mis pies atascados en el lodo luchaban en cada paso, sintiendo el dolor de pequeñas heridas abiertas, cojeando del izquierdo desde hacía mucho tiempo. Hacía un frío aumentado por la ropa empapada y sacudida por estornudos, moqueando todo el tiempo, era una verdadera desgracia de situación. A veces de la frustración lloraba.
Estaba fascinado caminado en círculos con la esperanza de la cabaña caliente y seca de la que me platicaste, o que inventé poniéndola en tu boca. Si, no recuerdo ninguna luz al fondo del túnel de tus palabras. Corrijo entonces, caminando con una esperanza inventada, insuficiente para mantenerme motivado y feliz pero suficiente para no dejarme descansar ni un momento en medio de ese pantano, así caí.
Caí boca abajo con la nariz y la boca bien abiertas, atascando mi interior de lodo casi tan rápido como toque fondo, muriendo en la ridícula oscuridad de los ojos cerrados.
Pero soy un hombre fuerte, que se enoja con facilidad ante sus fracasos, así que golpeé el suelo con ambas manos y empuje con toda la fuerza que me quedaba en los brazos, me olvidé del dolor, del frío, de la desesperación del tiempo perdido, corrí no se hacia a donde pero corrí para escapar de ahí, de las esperanzas falsas, de tu inmisericorde pantano en una oscuridad sin fin.
Y todo de repente un fin a la vista, en medio de la noche y como separada por la luna una línea de luz de sol dividía frente a mi el pasado del futuro. Solo tuve que dar un paso, solo un paso me costó encontrar tibia luz que ayudada por un suave y fresco viento secó mis heridas descansando como en un hospital natural en una cama de pasto del verde mas brillante que había visto jamás. Sobre el que puedo rodar bajo nubes blancas en cielos limpios, donde puedo sentir una primavera abierta, florecedora, natural, disponible en las puntas de mis dedos y que me gusta de mi tanto como yo de ella.